lunes, 14 de noviembre de 2011

2024 Buttercat

Ya hacía varios años que Ron trabajaba en un gran proyecto científico con el apoyo de  la famosa empresa Transgenetic Industries Inc. Se trataba de un trabajo que cambiaría para siempre la relación entre el hombre y sus mascotas.  La idea consistía en conseguir el animal de compañía perfecto, esto es, que no hubiera que alimentarle, que no hubiera que recoger sus excrementos, que no soltara pelo, que no hiciera ruidos desagradables… en definitiva, que su amo disfrutara de él  cuando quisiese y que el resto del tiempo no molestara lo más mínimo. Sería el compañero perfecto para celebrities, grandes ejecutivos y sibaritas en general. Un gran negocio, vamos.

Tras años de inmersión en el mundo de la genética, Ron llegó a la conclusión de que la mezcla entre un insecto y un felino, entre una mariposa y un gato, sería perfecta para llevar a cabo su propósito. Si conseguía que el animal resultante tuviera la propiedad de ciertas especies de mariposas que sólo se alimentan en su estado larvario y que tuviera un aspecto similar al de un gato el trabajo estaría encaminado. El proyecto Buttercat estaba en marcha.

Eran las 23:00 de una noche lluviosa de noviembre cuando Ron salía del laboratorio. Decidió ir a tomar algo al bar más cercano y relajarse un poco. Se trataba de una cervecería irlandesa de algún tipo de cadena insulsa, estéticamente cutre y cara (aunque eso era algo que en ese momento de su vida tampoco le importaba demasiado). Allí, después de unas cuantas cervezas, comenzó a hablar con una atractiva chica llamada Lilit que resultó ser compañera en la empresa pero de diferente sección. Congeniaron increíblemente bien por lo que decidieron que debían volver a verse al día siguiente, y así lo hicieron durante meses.
Poco a poco, y casi sin darse cuenta, Ron se fue enamorando de aquella preciosa mujer. Deseaba saberlo todo sobre ella; de dónde era, cómo había transcurrido su infancia, cuáles eran sus inquietudes, quienes eran sus amigos, qué muebles tenía en casa, qué música escuchaba, si usaba zapatillas en casa o iba descalza… no había tiempo que perder. Cada día después del trabajo Ron acudía sin falta a la cita con su amiga; nervioso, excitado y tan feliz como un niño. La aparición de Lilit supuso en su vida una suerte de punto y aparte. Cual ángel llegado del más allá, cómo alguien venido de otro mundo se presentó en su vida para quedarse y ya nada volvería a ser igual. Eso pensaba.

El proyecto Buttercat se encontraba en un momento fantástico ya que no dejaba de evolucionar día a día y es por esto que todos los integrantes del equipo estaban entusiasmados. Los avances en el estudio de los xenotrasplantes (trasplantes de órganos animales a humanos) habían añadido un nuevo ingrediente a la investigación. ¿Y si se pudieran trasplantar ciertos órganos de la mascota a su dueño? Sin duda esto plantearía ciertos problemas  éticos, pero esta nueva relación entre el animal y su dueño, esta especie de comunión mística más allá de la vida, tenía fascinado a Ron y no había nada que pudiera detener su creación. “No se puede detener a la ciencia”, decía.
Tanto en lo profesional como en lo personal todo parecía sonreírle a nuestro héroe. Por fin el trabajo de todos aquellos años estaba dando sus frutos, por fin podría llevar a cabo su sueño y dar un paso de gigante en el mundo de la ciencia, y por fin, había conocido el amor verdadero.

Transgenetic Industries Inc anunció la salida al mercado de la mascota Buttercat con una campaña de marqueting sin precedentes ni en El Hoyo ni en el mundo. La televisión, internet, las vallas publicitarias… todo estaba inundado de anuncios de la nueva mascota. No había nadie que no conociera ya el funcionamiento del nuevo invento. Las mascotas en estado larvario se criarían en unas naves que la compañía había instalado a las afueras de la ciudad y se entregarían a los clientes dentro de diferentes envases diseñados por el prestigioso artista Joseph McDoweld. En estos envases se debería de introducir la mascota una vez fallecida y la propia empresa se encargaría de recogerla para conservar y clasificar los órganos de la misma. Si en un futuro el cliente necesitara un trasplante sólo tendría que comunicárselo a la compañía y consultar la colección de órganos que a lo largo de los años habría acumulado de sus diferentes mascotas. Además de coleccionar los órganos también se podrían coleccionar los envases. Una maniobra comercial maestra. Pero, como no era de extrañar, asociaciones de derechos de los animales, la iglesia… así como gran cantidad de pseudo-intelectuales alzaron su voz en contra de “semejante aberración”.
Ron parecía estar al margen de todo el revuelo que había generado su obra ya que una vez finalizada la investigación había decidido centrarse única y exclusivamente en el amor. Pero, de pronto todo dio un giro inesperado. Lilit comenzaba a comportarse de un modo muy extraño, cómo nunca antes la había visto. Parecía desagradarle todo lo que hacía o decía, todo lo que antes era luz parecía convertirse en oscuridad. Un buen día lo llamó por teléfono citándolo en el mismo bar donde su relación había comenzado, hacía ya casi un año, con la excusa de que tenía que confesarle algo importante. Y así fue. Después de decirle que lo quería como nunca antes había querido a nadie, que no se hubiera podido ni imaginar que de verdad existiera en el mundo alguien tan maravilloso como él, así como todos los cumplidos y halagos imaginables para con su persona … le soltó una perla, bueno, una bomba:
“Ya sé que lo que te voy a decir pensarás que es una locura pero debes  creerme” comenzó. Ron no sabía que pensar pero no se podía imaginar lo que se le venía encima. “Hay cosas que para vosotros son sólo cuestión de tener fé o no tener fé” continuó. Cada vez se encontraba más y más confuso. “Realmente yo no soy humana. Procedo de un planeta llamado  Charade perteneciente a la constelación de Orión. Se trata de un planeta bastante más evolucionado que el vuestro, pero esta no es la cuestión”. ¡Me cago en la puta!, pensó Ronnie. “Entonces ¿Cuál es?” le dijo. “Lo que realmente me tiene intranquila y no deja de azotarme el corazón es el hecho de que yo formo parte de un proyecto científico de mi planeta. Más bien soy el resultado de dicho proyecto. Soy el resultado de la mezcla de diferentes especies de la fauna de Charade con la que se pretendió conseguir  la mascota perfecta.  Cómo te dije, en aquel planeta están ligeramente más evolucionados que aquí. El caso es que hubo una revuelta en Charade y un sector radical dentro de las nuevas mascotas han tomado el control del planeta. Algunos de nosotros hemos conseguido escapar de aquel infierno. Mi misión era avisaros a los humanos  de los peligros de vuestra investigación pero cuando me quise dar cuenta estaba perdidamente enamorada de ti y hasta hoy no me atreví a decirte nada”.

¿Qué?, ¿Cómo te quedas Ronnie?

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